Yace aquí la evolución de quien he sido a quien soy.
El reflejo de quien fui, la proyección de quien creo ser.

10.04.2015

Kintsugi

Kintsugi (金継ぎ) (Japonés: carpintería de oro) o Kintsukuroi (金繕い) (Japonés: reparación de oro) es el arte japonés de arreglar fracturas de la cerámica con barniz de resina espolvoreado o mezclado con polvo de oro, plata o platino. Forma parte de una filosofía que plantea que las roturas y reparaciones forman parte de la historia de un objeto y deben mostrarse en lugar de ocultarse, incorporarse y además hacerlo para embellecer el objeto, poniendo de manifiesto su transformación e historia.

He tenido tantos pensamientos en esta mañana que desearía poder recordar todas y cada una de las palabras que le dije en mi mente. El amor es la respuesta. Recuerdo haber llegado a esa conclusión en algún momento.

Primero me preguntaba que había hecho para ser merecedora de todos estos infortunios. Luego comprendí que era quizá para esto que había nacido yo. Para darle una muestra del amor más puro al mundo. Recordarle a la gente que es real, y acabar con el corazón en trozos una y otra vez, para demostrar que es posible reconstruir las ruinas del alma, no importa cuanto escombro les cobije. Quizá para eso nací, para hacer arte con base en la miseria del quebranto. Para narrar la manera en que mis escombros se lavan con la poesía. Quizá para eso nací, para que todo lo que toque se haga poesía. Para hacer florecer las almas ajenas y dejarlas volar hacia el sol.

Besarle por primera vez es lo más cercano que he vivido a un viaje astral. Hoy volví a llorar porque aprendí lecciones. Descubrí lo difícil que es caminar bajo el sol de mediodía, usando un vestido negro y botas de cuero, portando el corazón en pedazos, una vez más, bajo estos atuendos. También recuerdo en algún momento darme cuenta de que tenía el alma destrozada, y sentí una cavidad infinita bajo mi caja torácica. Era tal el vacío bajo estos huesos, que podía sentir el viento pasearse entre mis costillas.

Sienta, demuestre, pero no lo diga con la voz. Porque las palabras se hacen ceniza y el viento las barre.

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