Yace aquí la evolución de quien he sido a quien soy.
El reflejo de quien fui, la proyección de quien creo ser.

2.24.2016

Misiva para purgar

Hoy Hemingway me habló a través de una frase, finalmente comprendí. Debo admitir que no fue sino hasta hoy, en que pude verdaderamente perdonarle. Mi misión en la vida es observar, experimentar, vivir y procesar. Comprender, no excusar, pero comprender. Comprender trasfondos, razones, contextos y almas; almas que son universos alternos y almas que no son yo. 
Juntar piezas y analizar conjuntos, sin mucho más que eso, sin involucramiento, sin inmersión, solo análisis y conclusión. Debo admitir también, que por mucho tiempo no hice más que juzgar(le). Juzgar y vislumbrar. Porque mi alma estaba demasiado herida y confundida, ahogada en una penumbra que ha existido siempre pero a la que me había acostumbrado antes de usted llegar. 
Algo así como vivir por años con estos ojos humanos, abiertos sin parpadear, en medio de una oscuridad inmensa. Acostumbrarse a ella y empezar a ser capaz de ver y reconocer las siluetas de los objetos que abundan en el espacio. De repente se abre la puerta y entra la claridad, y entendés que podés ver en la luz, y que ves mejor, y que estás hecho para eso. Y cuando te ponés de pie y te disponés a caminar al exterior, violentamente se cierra la puerta y quedás en medio de un paisaje más oscuro de lo que podías recordar antes de saber que esa puerta existía. 
Algo así fue, algo así me pasó. Pero en vez de gritar y llorar y apuntarle con el dedo a quien haya sido que decidió abrir la puerta, mi misión es comprender por qué se abrió en mi habitación y no en la de al lado. 

2.19.2016

Drenaje mental

Por un tiempo sentí que dejé de ser poesía. 
Ya no. Pero a veces y todavía
me atrapan la nostalgia 
y la melancolía.

Extraño tener una mirada sobre el alma, 
puesta, como el sol de cada día. 
Extrañar, se ha convertido en toda una agonía. 

Extraño… ser de cuatro ojos, cuatro cejas. 
Tener cuatro brazos, cuatro piernas, 
sesenta y cuatro dientes y una sola esencia.

¿De dónde viene esta necesidad humana 
de ver la vida en seis dimensiones?
De dormir en calzones, 
mostrar mis moretones, 
las imperfecciones y las razones
por las que me despierto de madrugada 
y aunque esté cansada, con la melena alborotada,
rodar en la cama y quedar atrapada, 
entre cobijas y abrazos, entre risas y quebrantos.