Yace aquí la evolución de quien he sido a quien soy.
El reflejo de quien fui, la proyección de quien creo ser.

11.05.2013

Mío, nuestro, pero más mío que nuestro.

Yo podía ver los símbolos de la infinidad cada vez que me reflejaba en sus ojos. Usted podía escuchar como se me aceleraba el ritmo cardíaco con solo clavarme la mirada. Campos electromagnéticos que se acoplaban a la perfección, como si estuvieran hechos para ajustarse armoniosamente el uno al otro. Mas no son falacias mis palabras, cualquier persona en la habitación podía sentir aquello. Era placentero, sentir que pertenecía ahí. Me gustaba la manera en que la gente solía fijarse, como si todos lo supieran, como si todos lo sintieran. Y quizás sí lo hacían, quizás nuestras energías se impulsaban una a la otra como la corriente al pez, y también quizás se atraían como la gravedad a los cuerpos.
Me gustaría poder ser concisa en lo que quiero expresar, pero, ¿cómo explicar algo relativamente imposible? Más aún cuando se vuelve algo real, y es tan difícil de creer; a menos de que se fuera parte de ese público que no podía evitar darnos la razón. ¿Cómo explicar que cuando eramos dos en realidad eramos uno? Que el alma se nos juntaba y la mente se nos conectaba todo el tiempo. Y más difícil aún, ¿cómo dejar de desearlo con todo el corazón? ¿Cómo dejar detrás los regalos que los astros alineados me dejaban en el porche?
Pasaron las noches y los días, pasó el tiempo, ese que dicen que arregla todo, pero no se arregla nada, todo sigue igual. Unos nacemos para amar, otros para ser amados; y es, tal vez, ahí donde todo recae, en la suerte, en el destino, en un plan divino. Mas no puedo evitar el querer cruzar o pertenecer al otro bando.
Ya no estoy segura del estado de mi alma, no sé si son solo ruinas o si está en reconstrucción, no sé si está cerrado para visitantes o si es un centro de atracción, no sé si quiero quedarme sola y entera o permitirme otra demolición. Lo único que sé, hoy, es que mi campo electromagnético va a encajar de por vida con el suyo, porque eso es lo único que nunca cambia, ¿verdad? Aunque ya no estoy tan segura tampoco...