Yace aquí la evolución de quien he sido a quien soy.
El reflejo de quien fui, la proyección de quien creo ser.

8.17.2016

Fantasmas

No sé por qué decidí escribir en la página del final.
Inicialmente creí que no quería que nadie viera esto pero
pensándolo bien, la última página es en realidad
una zona muy transitada.

Todos siempre revisan la última hoja,
¿por qué? ¿Qué buscamos?

Quizá
secretos olvidados,
pequeños fragmentos de alguien.
Chispas de honestidad.

Desearía poder husmear
en las últimas páginas
de la vida de algunos.

Me encuentro a mí misma,
sola, una vez más.
Solitaria pero cómoda,
con la compañía de mis adentros.
Ese espacio que, por cierto tiempo deshabité.

Hay telarañas,
y las luces están apagadas.
Pero me pertenece, es mío.
Las cuatro paredes donde me refugio
no son más que mis propias costillas,
huesos frágiles que algún día
volverán a formar constelaciones.

Constantemente pienso
en que no soy lo suficientemente buena
para ninguna de las cosas
que más disfruto hacer.

Algunas veces
se me esconden
el placer
y las ganas.

La sonrisa nunca,
pues me asusta reflejar mi quebranto.

Regresé a la danza,
de la misma manera en la que siempre
regreso a mis viejos amores.

La única diferencia es
que todos ellos me dejaron,
a ella la dejé yo.

Pasaron mil días hasta que
no hubo nuevas texturas
que lograran satisfacer
los nervios en la punta de mis manos.

Pasaron mil días hasta que
las flores que cierto día
cultivé dentro de mi caja torácica
comenzaran a morir de sed.

Sed de amor, pero
no la clase de amor que
nos hace encontrarnos
viendo el amanecer
en un par de brazos ajenos.

No.

Hablo de la clase de amor
que infla el pecho en luz.
La clase de amor
que a menudo denominamos
pasión, inspiración, arte.

Me encuentro en medio de un déjà vu,
oú j'ai été, avant.
Quand j'ai aimé.
Moi-même.

19 de mayo. Con una cerveza.
Parque Francia, San José.