Fui al pequeño escondite de mi boudoir,
y saqué un pequeño frasco blanco
donde escondía mi inspiración.
La buscaba en una canción sin letra, en una coreografía sin pasos.
En un arte sin pasión.
Poco a poco mientras la habitación se llenaba de nubes,
me fueron fluyendo las palabras.
Quisiera danzar en el universo,
lento con pasos de jazz.
Desprendernos juntos de la gravedad.
Flotar al ritmo del francés.
Liberarnos del dolor de la Tierra,
de la tristeza y la mentira,
y saltar por las estrellas hasta encontrar
paz y felicidad.
Sí, eso quería.
Eso quiero.
Que me tomes entre los brazos
y nunca me dejes ir.
Que me devolvas al tiempo
en que no se valía sufrir.
Ya no te pienso tanto,
pero no menos que antes.
Ya mi inspiración se convirtió
en palabras de dolor,
para llenar el vacío que me quedó.
Ya se me acabaron las ganas de esperar.
Se me acabaron las ganas de perdonarte.
Al menos me quedó la inspiración,
o no.
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