Quién no estaría de acuerdo
con que las noches que,
inusualmente,
son más obscuras que las demás,
consumidas en neblina y frío,
son perfectas para confesar
que todavía tomo el tranvía
en que él solía viajar,
esperando que nos vayamos a topar.
Todavía pretendo perder el autobús,
esperando por el suyo,
con alguna excusa de por medio,
sin importar para cual de nosotros sea.
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