pero fue para ver las estrellas.
Debo admitir que semejante gesto
nunca antes fue de alguna doncella.
Luna, luz de mis noches,
guía del camino.
Musa de muchos, madre de otros,
esclava de ninguno.
El horizonte estaba dibujado
como una silueta que cuesta entender;
admito que era suyo el nombre que resonaba
aún después del atardecer.
9 de marzo, 2015.
En el mismo café, todavía sola.
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