Podría describirle detalladamente la primera vez que nos vimos a los ojos,
recuerdo el lugar, el momento, la situación, las palabras y la sonrisa que me regaló.
Un par de años luego, el primer beso, y sí, recuerdo perfectamente eso también,
pero no, él no lo sabe, y dudo que lo llegue a saber, o a imaginar, o incluso a desear hacerlo.
Aún así sé que me quiere, sé que me extraña a veces también.
Pero somos como dos paredes, como dos recintos amueblados que temen la llegada de nuevos habitantes por su pequeña obsesión compulsiva a tener todo en orden y sin romperse.
A veces no me importa ¿saben? Volver a partirme en pedazos,
tener que volverme a construir el alma.
A veces pienso que tal vez vos valés la pena,
pero después recapacito y recuerdo que nadie vale la pena, ni yo.
Me voy, me voy lejos, muy lejos, y no puedo permitirme atar a nadie,
mucho menos a mí misma, aunque tal vez sea un poco tarde ya...
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