Yace aquí la evolución de quien he sido a quien soy.
El reflejo de quien fui, la proyección de quien creo ser.
12.23.2012
12.03.2012
363 días
Extraño cosas,
como verle los ojos queriendo comerme la boca
en las mañanas en que amanecíamos con las espaldas desnudas,
una junto a la otra.
Parpadeé y ya no estaba,
me doy cuenta de que ha sido un año desde que le permití terminar de destruirme,
desde que le abrí las puertas a los restos de mi alma,
a los residuos de mi ser, y se lo llevó todo.
Como un ladrón a medianoche,
entró por una puerta que ella misma se forjó
y me pulverizó, tal vez sin querer,
pero me cambió todo lo que soy, o lo que era.
Y tal vez a veces extraño ser la musa de sus poemas,
y que me dijera con una mirada que era la más guapa del lugar,
extraño cosas,
como rozarle los dedos por la espalda desnuda.
Tenía labios de sabor amargo, como a ebriedad,
y la mirada negra y profunda como un abismo,
y me consumía,
me consumía a mi porque ya había consumido todo lo que quedaba de ella.
Y me gustaba,
porque yo era pura y tenía corazón,
y me excitaba como me violaba el alma
y tenía suficiente dicha para ambas.
como verle los ojos queriendo comerme la boca
en las mañanas en que amanecíamos con las espaldas desnudas,
una junto a la otra.
Parpadeé y ya no estaba,
me doy cuenta de que ha sido un año desde que le permití terminar de destruirme,
desde que le abrí las puertas a los restos de mi alma,
a los residuos de mi ser, y se lo llevó todo.
Como un ladrón a medianoche,
entró por una puerta que ella misma se forjó
y me pulverizó, tal vez sin querer,
pero me cambió todo lo que soy, o lo que era.
Y tal vez a veces extraño ser la musa de sus poemas,
y que me dijera con una mirada que era la más guapa del lugar,
extraño cosas,
como rozarle los dedos por la espalda desnuda.
Tenía labios de sabor amargo, como a ebriedad,
y la mirada negra y profunda como un abismo,
y me consumía,
me consumía a mi porque ya había consumido todo lo que quedaba de ella.
Y me gustaba,
porque yo era pura y tenía corazón,
y me excitaba como me violaba el alma
y tenía suficiente dicha para ambas.
12.02.2012
Ojos de cielo
Ojos de cielo, verle los ojos era como ir al cielo.
Como el clímax de lo infinito,
como si por un segundo estuvieras seguro de que el cielo es color verde.
Inspiraban renunciar a todo lo mundano
solo para tenerlos entre las manos.
Era un deseo sobrenatural el de devorarle las entrañas,
devorarle todo lo que escondía entre los ojos.
Y besarle el alma hasta el alba.
16 de agosto del 2012,
la última vez que le dediqué mis palabras.