Usted me destruyó
y ahora yo estoy sola,
sola con mis virtudes,
sin poder dárselas a nadie
porque me muero del miedo.
Y desde que usted me destruyó
me asusta tomar riesgos,
me asusta abrir la puerta.
Yo ya no soy la misma,
desde que usted me destruyó.
Usted me rasgó la pureza
y ahora no soy más que un alma apagada,
el reloj sigue corriendo pero yo sigo estancada,
y es que los fantasmas no se mueren
y el pasado es solo subjetivo, pero los recuerdos no se borran,
mucho menos los malos.
Me veo al espejo, y trato de esconderme de mí misma.
Porque cuando estaba convencida de que me habían robado el brillo de los ojos,
aparece entre la gente una figura de ojos sublimes
que poco a poco me comienza a levantar,
pero yo tengo demasiado miedo para poderle entregar
los restos de este cuerpo desgastado,
con un alma y un corazón desconectados.
Y a veces no sé si es parte de mis complejos,
los que aparecieron cuando usted me destruyó,
pero a veces veo su reflejo en mi nueva inspiración,
y me tiembla el seso, me tiembla hasta el corazón que creía muerto,
y me tiro de rodillas y le imploro al cielo que no me vuelvan a destrozar.